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jueves, 1 de mayo de 2014

EL VIENTO


“ Que el viento cierre el libro”
José Antonio Fernández Sánchez


Que el viento ponga el punto final a mi poema,
y las palabras
que un día fueron mías
regresen al origen,
al primer balbuceo sin sentido
en el que florecía la inocencia,
a la mudez total,
para que puedan ser nuevas en otros labios.

Que el viento
ardiente del desierto
sellé mi boca de papel

y me cierre los ojos frente al mar, en silencio.



lunes, 27 de enero de 2014

Cita a ciegas



Que no fue concebida en un momento
de plenitud gozosa, como una sinfonía
o un poema de amor alejandrino,
lo supo en los pechos de su madre
que sólo daban lágrimas y sangre.
El semen fue vertido al cáliz de la vida
en un día de plomo,
que anunciaba el final de la esperanza.

A ciegas, amor y destrucción se dieron cita.
Tronaban los cañones, cada vez más cercanos,
estremeciendo en lo hondo los huesos de la tierra,
imponiendo su ritmo a la amorosa entrega.
La muerte, blanco hueso, emergía del humo
a comprobar, avara, la abundante cosecha
de cuerpos destrozados, con los sueños intactos,
que la nieve cubría como un plural sudario.

Su niñez fue una boa de seis cuerpos azules.
Puliéndose el colmillo con navaja de nácar,
llegaban en el coche de pasear
al elegido para muerto urgente.
Los bárbaros violaron el dulce territorio
de la infancia con imágenes crudas,
no aptas para menores.
A punta de pistola le robaron la risa.

La juventud la regaló ella misma;
era lo único hermoso que tenía
para hacer sonreír a un hombre triste.
Él la besó sin prisa,
extrajo del bolsillo una sortija,
una cinta amarilla para el pelo,
un brebaje anisado de su boca,
y una salamandra amaestrada.

Antes de regresar a su camino
-con pies de lana para no hacer ruido-,
le dio tres poderosos talismanes
que vencieron al imán de la parca.

La mujer, que recuerdo como un triste epitafio,
no era una sinfonía ni un poema.
Fue sólo una herramienta de trabajo;
pan en la mesa, libros, y zapatos,
montañas de zapatos, más ternura.
De su cuerpo salvaje quedó apenas
un pequeño puñado de cenizas:
las llamas del amor lo calcinaron.


jueves, 25 de julio de 2013

EPITAFIO


Unos fijan los ojos en la antorcha,
quizá en el terciopelo ebrio de la sangre,
yo en los momentos más dramáticos,
me fijo en los zapatos del herido,
del que llega en patera
cosido a puñaladas por el mar
o del ladrón que huye con el bolso.
En la última tragedia
con que la puta vida nos ha zarandeado
para hacernos conscientes del regalo
que es vivir sin salud
pagando medicinas con las migas
del mal comer,
desahuciados, recortados a cachos,
vi una fotografía en la que unos zapatos
insolentes me buscaban los ojos
para que yo escribiera este epitafio:
murieron con zapatos preparados
para la fiesta grande del patrón
y llegaron confusos al infierno.

Elvira Daudet, julio 2013

martes, 23 de abril de 2013

ABRIL, MALDITO ABRIL


La luz pura de abril esconde mil cadáveres.
El poeta se inclina, se descalza,
en un zapato deja los lentes con cuidado,  
y al final besa el Sena con labios temblorosos
de lirio, que se entrega musitando los versos
del más triste  poema de amor que se haya escrito,
entrecortado por los golpes de agua.

(Las furias maldijeron  su linaje
y Hitler hizo el resto: lo redujo a cenizas.
Él se salvó,  mas con el alma  herida.
¿Quién podría  recomponer la vida
con el humo de los cuerpos amados,
un botón inocente, una fotografía;
huir de la tortura de imaginar sus muertes
en las grises salas del manicomio?
A veces, sólo a veces, salvaban las palabras:
los rezos familiares en hebreo,
las  ingenuas palabras  en rumano
llegadas en socorro de la infancia,
las amorosas palabras en francés,
y los versos de Schiller o de Goethe
 -demasiados idiomas
para cantar la angustia un hombre solo-.
Consolaba  el amor, inevitable
riesgo, fulgurante pared de hielo
que debía ascender para alcanzar el Gólgota).

Desde que lo abrazara con el último aliento,
no se puede mirar la piel del Sena
sin hallar los pétalos morados de sus versos
en la líquida lengua de ramera
que  engulle y regurgita cuanto toca,
como hizo con el cuerpo maltratado
del más conmovedor de  los poetas.

Elvira Daudet,  marzo 2010

miércoles, 20 de febrero de 2013

LIBERTAD


Desde niña intuí que eras muy cara
al ver los descarnados rostros de tus amantes
-a esas alturas, la mayoría había muerto
con tu nombre de azúcar en los labios
y un extraño fulgor en la mirada-.
Loca de mí, seguí su mal ejemplo
y me enganché al batallón de parias
que por hallarte pierden cuanto aman.

Nadie me dijo nunca al perseguirte
que debería dejar en el camino
tajadas, aún sangrantes, de mi propio corazón;
desprenderme del sueño del amor,
romperme las costuras del cuerpo,
desfondarme, y vaciarme entera.
No imaginé que ahora, al cabo despojada,
te hallaría en el postrer recodo.

Finalmente soy libre, sin amos, sin horarios,
libre de decir lo que quiera, llueva
o no el azufre, pues nada pueden hacerme ya.
Mas me sabes a poco, perdona que te diga;
ni por asomo eres la libertad soñada.
Libertad a deshora no me sirves
cuando todo hace aguas, el mundo retrocede
y los jerarcas celebran tus exequias;
yo confirmo que tengo la pólvora quemada
en batallas perdidas,
y el corazón latiendo a toda prisa
como vierte el reloj la última arena,
avanzando hacia nada.

Libertad, tus alas llegan tarde, con sarcasmo,
a una guerrillera quebrada por la artritis,
a la amante con ceniza en la sangre
que fuera ardiente lava,
a una madre que es nicho de sus hijos.
Y es más, sin esperanza
de que pueda llegar el hombre nuevo
a este lodazal sin adjetivos.
Libertad que me duele como una puñalada
al ver que mis hermanos vuelven a ser esclavos.

Y ahora te pregunto, ¿de qué puedes servirme
sin cuerpo ni energía para cambiar el mundo?,
sin amor, ¿de qué sirves?
Yo necesitaría un corazón para estrenar
contigo Libertad, para vivirte
y sorberte hasta el tuétano la esencia,
y tú sólo me sirves de notario
para firmar mis últimas palabras.

Elvira Daudet

viernes, 11 de enero de 2013

BALANCE


Todo está consumado, es hora del silencio.
Os di la entraña,
lo que tuve más mío y verdadero
en el extraño viaje
que me correspondió:
el frío violeta y el horror de la España
del grito sofocado por los ríos de sangre
que  pudrieron mis ojos infantiles.

Los grumos del dolor inconcebible,
mis tres mejores versos, escritos al futuro
en la sangre más joven, más entera,
coagulada en las rosas fallidas del invierno.
Abrí sin compasión los labios de la herida
para mostrar el cráter de lavas destructoras,
la triste cordillera de cenizas
que invadieron la aorta y ahogaron el amor.

Es hora de callar, todo está dicho.

Elvira Daudet

martes, 8 de enero de 2013

CORRALES PUBLICA EN HAZVERSIDADES


Tras resistirse dos años a la tentación de publicar en papel, Paloma Corrales edita su primer libro en Hazversidades Poéticas. Ya he dicho en alguna ocasión que no conozco a nadie capaz de decirle que no a Jaime Alejandre. Su poder de persuasión reside en su amor apasionado por la poesía y en la autoridad de su buen criterio poético: publicar con Alejandre es un salvoconducto de calidad en el mundo de la poesía. Paloma Corrales inaugura el nuevo curso poético, el día 29 de enero en el Café Comercial, sumándose  a la larga lista de poetas hazversos que en los tres años precedentes, pese a las privaciones culturales impuestas por  la crisis económica, han engrosado y dado cuerpo definitivo a una excelente colección de poesía. Una buena noticia para sus numerosos seguidores.

El libro de Paloma Corrales, que he tenido el privilegio de leer anticipadamente, es de un delicado lirismo surreal, pura esencia poética; sus versos, leves como plumas y  frágiles como perlas de lluvia, me producen el mismo efecto que la música de Erik Satie, que nos va penetrando dulce, lentamente, hasta anegarnos el alma de tristeza. Su denodado afán de perfección, en la búsqueda de la belleza, me recuerda el de un jardinero japonés que elige el espacio idóneo, estudia concienzudo el plano de la luz, mezcla las tierras, planta el árbol y lo poda minuciosamente cada día. El resultado es una brevedad  que resume y define la belleza.

Como veterana  y miembro de más edad doy la bienvenida a Paloma a  la casa hazversa y mi enhorabuena por este hermoso primer libro. 

jueves, 6 de diciembre de 2012

ESPERANDO A LOS BÁRBAROS


"Un día el Imperio decidió que los bárbaros
eran una amenaza a su integridad"

J.M. Goetzee


¿Por qué tiemblas?, si está calma la tarde
transparente,
alumbrada por Dios para tus ojos.
Los almendros derraman su perfume.
y aún hay vino en tu copa,
de la cepa más vieja y soleada,
que mimaron los siervos de tu hacienda
porque es para tu labios.
Si el dolor de los hombres ha quedado
detrás de la muralla que te guarda
para que no lastime tu tierno corazón, di,
¿por qué te tiemblas
y haces bailar el vino de tu copa?,
solo porque han tintineado los cristales
preciosos en la mesa, y a lo lejos
se escucha galopar a mil caballos.

¿Qué te hizo creer el elegido
para gozar lo que de todos era?,
depositario único del rayo
de la belleza estremecedora..
Qué delicado pétalo en la retina tienes,
solamente por rico, que la naturaleza
no les diera a los hijos de nadie,
que te hace percibir, clarividente,
la última pincelada de la mano del genio
-temblaba, como tú tiemblas ahora,
al oír el galope de la muerte-.

Has pisado las huellas de los grandes guerreros,
de poetas que alumbraron el mundo
con sus palabras de oro.
¿Afinaste en el viaje tu mirada miope
en los ojos de hombres desgraciados?
¿Qué amor desmesurado o qué dolor avalan
tu paso por la tierra? -Ella se fue con otro,
ni un polvo de tu viaje que dejara memoria-.
Volviste convencido que el hermoso escenario
fue diseñado sólo para ti, un regalo
de boda de ese Dios generoso con los tuyos..
¿Qué prodigio atesoras, niño de porcelana,
que no sea pagado con la sangre del pobre?

Mas no temas, los bárbaros no vienen
siempre estuvieron dentro: sois vosotros.

Elvira Daudet

jueves, 25 de octubre de 2012

PESADILLA VIRTUAL


  
Ayer tuve una extraña pesadilla:
soñé que como Ulises regresabas,
rescatado del Hades por Apolo.
El sombrío Caronte  te cruzaba
de nuevo la laguna, mas en sentido inverso.
Los ardientes vapores del azufre
te besaban los labios y encendían tu aliento,
librándote del frío riguroso.
Ascendías después hasta la cueva
de Cumas donde tiene su nido la Sibila,
con la cual yacías
a cambio del secreto de la vida.
Y volvías al mundo, donde aún vivo,
con la promesa de quedarte oculto.
Te instalabas en esa rara vecindad virtual,
tan cercana y distante, mandándome mensajes,
ay, cifrados con tus palabras de antes,
que yo iba hilando estremecida.
Hasta que comprendí que habías vuelto
para que te siguiera hasta el Averno.

Elvira Daudet  22-X-2012

viernes, 12 de octubre de 2012

DESPUÉS DE LA BATALLA



Con la espuma en la boca
y las pinzas quebradas,
los cangrejos emigran a oscuros paraísos,
en busca del botín de la desgracia.
Ebrios por la victoria, los dioses de herrería,
radiantes como hombres renacidos,
se lavan las heridas en la calle
después de la batalla.
Se desmoronan las torres de marfil
como los dientes de una calavera,
y caen, desde la altura de su séptimo cielo,
grotescas marionetas dislocadas.

Elvira Daudet

martes, 11 de septiembre de 2012

MORITURI

                      A Pier Paolo Pasolini, muerto a palos
                      y enlodado por los hijos de la noche.


Esperad, antes que me golpeéis,
quiero advertiros, hijos de la noche,
implacables ángeles de las sombras,
que sé llorar en todos los idiomas.
En francés he gemido, con éxito notable,
en el Barrio Latino y en el andén del metro,
en tiempos de Ben Bella, de De Gaulle y Bumedian.
Al pie del Vaticano y en las playas de Ostia
he llorado -en italiano, claro- a un cristo
sucio de sangre y barro, de voz insobornable.
Y en Wall Street, en Bowaris y en Harlem,
acosada por millares de espectros,
hombres sacrificados al dios Dólar,
mis lamentos han sido en un yanki perfecto.
Asombraos, también sé gemir en griego antiguo.
Lo he probado en el Ágora ateniense,
mientras el tren pasaba desdeñoso
y se tambaleban los cimientos
del templo de Teseo.
Y también he llorado en el Pireo,
junto a un sarnoso can apaleado.
Pero lloro mejor en castellano,
en esta hermosa lengua, que es mi idioma,
rizo el rizo del grito y el lamento,
y no es por presumir de virtuosa,
que me ha costado sangre el aprenderlo.
Antes de golpearme, ahora que estáis a tiempo,
decidme, azules criaturas de la muerte,
¿qué idioma preferís para el recreo?

lunes, 25 de junio de 2012

EL CUERPO DEL DELITO



Me vigilan, siento la quemadura
de sus ojos, clavados
bajo mi occipital cual un serrucho; 
¡ay!, desconfían de mí.
Detrás de la maraña de rayos de colores
-bosque encantado, fantasía pueril
en cuya jaula he sido cautiva con Pinocho-
yace, en la impudicia de una sala de autopsias,
el cuerpo del delito, los labios de la herida,
sus cavernas, sus fluidos pesados.

Ante la exposición mundial de la desolación
el sarpullido escama a algún amigo,
y los  más puros dudan
de una realidad que les inquieta.
Querrían absolverme,
olvidar que el amor
es más que bendiciones, vino, flores,
y gimnasia los sábados;
que es también cocodrilo de afilados colmillos,
dentellada en la burbuja del placer,
la destrucción del cuerpo en el abrazo.

Se preguntan si todo ha sido un fraude,
una ficción urdida mientras llega el gran sueño,
y no existió jamás la idolatría ,
el pecado de un amor tan extremo
que sobrevive a la propia muerte.
Especulan si seré quien digo ser,
suponen que hablo de otros
y he fingido  una pasión sin tregua,
arrasadora, que a ellos les repugna.

Y yo debo aceptar cuanto imaginan,
porque el poema
-un latido fuera de la matriz del corazón-
ya no me pertenece, sólo es suyo.
Perdonadme, quería decir vuestro. 

Elvira Daudet        22 -6-2012

sábado, 9 de junio de 2012

ORIGEN




A los mineros en lucha



Aunque mi signo es de aire, paradójicamente,

vengo de las entrañas mordidas de la tierra,

de la honda caverna descarnada

situada diez pisos más abajo

del reino de las ciegas alimañas,

y el grisú venenoso de la mina;

el polvo del carbón es mi sustancia.



Los hombres que me dieron su apellido

fueron todos mineros desde niños

- ojos enrojecidos, enfermos de tinieblas,

sin pestañas, donde la luz es una cicatriz,

un lejano recuerdo que aún duele en la retina-

y sólo abandonaron la negrura del pozo

para luchar en guerras diferentes,

aunque fueran la misma;

que todas las perdieron es ya historia.

Derrota tras derrota, regresaban

-los que no tuvieron la suerte de morir

en la batalla o luego en la prisión-

más viejos y humillados. O lo hacían sus hijos,

con su orfandad y su derrota a cuestas,

como una herencia amarga, irrevocable.

En aquel agujero vecino del infierno,

despiadado, vivieron su dolorosa infancia,

rebeldes sometidos,

y aprendieron a odiar a los tiranos

antes de que el amor les golpeara.



Por encima pasaron los inviernos,

los veranos, la vida ajena a ellos,

mientras se hacían hombres en la mina,

con un disfraz oscuro que crecía con ellos,

royendo la esperanza de la revolución.

- ¡Qué terquedad en repetir la historia

sin futuro de sus padres,

en vez de hacerse hombres de provecho!,

procurador en cortes o ingeniero

son oficios más limpios y tienen menos riesgo-.

Arriba,

prácticamente a la altura del cielo,

la primavera esmaltaba de verdes la campiña,

las muchachas lavaban en el río

con sus manos de lirio adolescente.

Aunque era imposible mirar hacia lo alto,

ellos lo presentían

en el ciego y preciso calendario

de su desordenado corazón.



Polvo a polvo, eslabón a eslabón

de una larga cadena de dolor y miseria,

huésped de un azaroso viaje,

yo soy el resultado del fracaso obstinado

de una casta de pobres orgullosos de serlo,

su pasado impregna mis tejidos

del mismo zumo acre de la hulla

y los gases letales bullen en mi cerebro.



La sangre que fue suya y ahora me pertenece,

ese río remoto y poderoso

que llegó a mis arterias a través de los siglos,

cuerpo a cuerpo, era negra y esclava

hasta que un día, con la primera luz,

abrió los ojos

y vio la abrumadora, la insoslayable realidad,

antes de derramarse generosa.

Ese caudal de polvo ennegrecido

guerrea en mi interior con otra sangre,

más pulida y brillante, aunque igualmente pobre.

Al fin todos venimos de un viaje milenario

con origen común en las cavernas;

el mismo rey desciende de un primate.



miércoles, 23 de mayo de 2012

PRISA


Nunca llegó a averiguar quién era.

No tuvo tiempo de estudiar la ruta

de los mares profundos en su cartografía

ni el mecanismo

que la piel ocultaba a sus ojos inquietos.



Ella fue sólo un número

-vestido de ternura-

que añadir a la suma,

un estreno festivo de sedas y amapolas.

Después, el ritual -ya conocido-

de su pubis de arándanos,

que se fueron agriando en la costumbre.



Sin conocerla,

la fue desconociendo poco a poco,

hasta desvanecerse,

confundida en el blanco de la almohada.

Ignoró el instante que sucede a la brisa,

cuando la mar se abre como un cráter

y muestra sus tesoros.

Se fue sin escuchar el canto puro

que brota -y justifica de algún modo la vida-

con la última sangre del roto corazón.


Era demasiada mujer para su prisa.

miércoles, 2 de mayo de 2012

PRIMERO DE MAYO



A veces nos sucede que la lluvia,

en vez de perlas blandas e inocentes de agua,

fuera lanzas de acero invertidas,

como en la paz de Breda,

que matan aún de pie, apuntando al cielo.



El diluvio se adensa,

el cauce y los desagües se desbordan

y la riada saca a flote todas las tristezas

que creímos ordenadas, camino del olvido,

en el sótano de casa.



La pena nos zarandea y lleva, nos arrastra,

como un ramo de lirios en el río,

con los tiernos juguetes

de la infancia lejana de los hijos,

los libros de poemas, tan pálidos y tristes;

octavillas llorando tinta negra,

las fotos sonriendo a la esperanza

aquel Primer de Mayo, jugándonos la vida

a saltos por las calles.

Los dioses ilegibles que fuimos yacen muertos,

varados en el lodo,

los íntimos enseres de mortaja.



Elvira Daudet, 1 de mayo de 2012

martes, 17 de abril de 2012

REGRESO

Vuelvo. He conseguido salir del agujero
que un día me engulló siendo muchacha.
La luz de la mañana me acaricia
como la tibia seda de unos brazos de madre.
Es cierto que entre tanto ha pasado la vida,
los amigos han muerto o no me reconocen.
¿Dónde están -se preguntan- sus ojos abismales
que asustaban de bellos y profundos,
la orgullosa mirada que exigía
el legado de los dioses? Ay, la felicidad.
¿Dónde se fue la flor de sus mejillas
y su cuerpo moldeado por el viento?

No me atrevo a decirles
que han pasado los años para todos
y tampoco son ellos lo que eran.
Sus fértiles cerebros,
donde ayer bailaban jubilosas las ideas,
son urnas de cenizas
donde la vida ardida pasa, melancólica,
su película de espectros.
La víbora salaz, antes guerrera,
inofensiva
se esconde arrugadita bajo un faldón de grasa.
El rojo corazón es hueso negro.

¿Podría confiarles que vuelvo de una guerra,
en las negras cloacas de mi alma,
con el saurio implacable que me habita
y se bebió goloso el dulce plasma
dejándome vacía como un traje?
Que quemé los candiles de los ojos
luchando con las sombras como un ciego.
Mi corazón alimentó alimañas,
mi cuerpo fue bocado de las ratas
de la traición, la rabia, el desamor.
¿Les entristecerían mis delirios
o me oirían lejanos,
desde la indiferencia de la muerte?

Como una pobre bestia que no puede quejarse,
doy otra vuelta a la triste noria
y pido una sonrisa de limosna
que me alimente el día de esperanza.

Regresar del infierno es un viaje muy largo,
y no sé, al encontraros, si valía la pena.

Elvira Daudet De Cuaderno del delirio, inédito)

sábado, 31 de marzo de 2012

LIBERTAD

Desde niña intuí que eras muy cara
al ver los descarnados rostros de tus amantes
-a esas alturas, la mayoría había muerto
con tu nombre de azúcar en los labios
y un extraño fulgor en la mirada-.
Loca de mí, seguí su mal ejemplo
y me enganché al batallón de parias
que por hallarte pierden cuanto aman.

Nadie me dijo nunca al perseguirte
que debería dejar en el camino
tajadas, aún sangrantes, de mi propio corazón;
desprenderme del sueño del amor,
romperme las costuras del cuerpo,
desfóndarme, y vaciarme entera.
No imaginé que ahora, al cabo despojada,
te hallaría en el postrer recodo.

Finalmente soy libre, sin amos, sin horarios,
libre de decir lo que quiera, llueva
o no el azufre, pues nada pueden hacerme ya.
Mas me sabes a poco, perdona que te diga;
ni por asomo eres la libertad soñada.
Libertad a deshora no me sirves
cuando todo hace aguas, el mundo retrocede
y los jerarcas celebran tus exequias;
yo confirmo que tengo la pólvora quemada
en batallas perdidas,
y el corazón latiendo a toda prisa
como vierte el reloj la última arena,
avanzando hacia nada.

Libertad, tus alas llegan tarde, con sarcasmo,
a una guerrillera quebrada por la artritis,
a la amante con ceniza en la sangre
que fuera ardiente lava,
a una madre que es nicho de sus hijos.
Y es más, sin esperanza
de que pueda llegar el hombre nuevo
a este lodazal sin adjetivos.
Libertad que me duele como una puñalada
al ver que mis hermanos vuelven a ser esclavos.

Y ahora te pregunto, ¿de qué puedes servirme
sin cuerpo ni energía para cambiar el mundo?,
sin amor, ¿de qué sirves?
Yo necesitaría un corazón para estrenar
contigo Libertad, para vivirte
y sorberte hasta el tuétano la esencia,
y tú sólo me sirves de notario
para firmar mis últimas palabras.

Elvira Daudet, 30 de marzo 2012

viernes, 16 de marzo de 2012

HUESOS PARA EL PERRO

A veces, como tú, me desespero
por los niños que ayunan de mañana,
sin leche ni mendrugo que llevarse a la boca.
A mediodía comparten la ración
escueta del abuelo,
cenan caldo de "huesos para el perro"
y se van a la cama con las tripas ladrando.
Sus padres perdieron el trabajo y no lo encuentran,
la tierra ha dejado de dar trigo,
es sólo un mar de estiércol donde hozan los cerdos
y desfallece el viento.
Ya no pueden comer ni pan ni peces
y no aparece Cristo a remediarlo.

Todavía es más grave la miseria que sufren
los miembros del Gobierno, obligados
a camuflar la bola cual trileros.
Con su tercera mano asen el cargo
que les brindan los amos en premio a sus servicios.
Huele el aire a patíbulo,
a carne corrompida que atrae a todos los buitres.
Duele ver el desfile de banqueros
-a un dulce paraíso, no a la cárcel-, quebrados
por la avidez obscena de su alquimia:
transformar la sangre de los pobres en dinero.
Ángeles de alas de humo, gimen mientras abrasan
la tierna flor del pubis de chiquillos,
con su mano-azucena de rozar el Misterio.

No respetan a Dios ni a nuestros hijos;
se burlan de nosotros. La sangre me galopa
como un enloquecido corcel envuelto en llamas.
Me levanto la tapa de los sesos
y dejo que se enfríen.

Más serena,
contemplo la central laboriosa del cerebro,
motor del terco avance de los hombres
desde el fondo más negro de la noche
-largo ha sido el camino del cándido primate
que estrenó el dolor de ser humano;
milenios defendiéndose del miedo.
¿Quién podría hacerle retroceder ahora?
Descubro en sus alvéolos, como abejas dormidas
en su celda, tesoros olvidados:
la dignidad cuando aún estaba entera,
la utopía, más bella con los años,
la justicia, aire puro que a todos alimenta:
las cosas de valor que arrinconamos
y el azufre del tiempo fue borrando.

Mientras tanto ha llovido. Sobre su piel mojada,
el campo adolescente nos muestra un bozo verde.
La tierra, siempreviva de jugos minerales
que rebosan sus pechos,
no renuncia a su misión de madre.
Habrá pan, si nosotros aportamos
un pequeño puñado de semillas,
y atamos a los cerdos a una valla
para que no destrocen lo sembrado.

Elvira Daudet, 14 de marzo, 2012

domingo, 4 de marzo de 2012

MARIPOSA LIMONERA

A todos los poetas que soñaron con la inmortalidad
y se desvanecieron en la noche del tiempo.


Como pluma de sol viene en el aire,
con su falda de ácidos limones
-sutilísima seda desgastada-,
a cumplir el destino prometido.
La mariposa busca sobrevivir
con el ansia de todo desdichado,
- inclúyase también a los poetas
y sus vidas, hogueras de belleza
donde arden voluntarios, cantándole
al amor, como pájaros ciegos a la noche-.

Admiré en el verano la belleza
de sus alas, leves y poderosas,
dotadas para resucitar tras el invierno
y mecerse de nuevo alegres en el viento.
Como un pútrido voyer, espié su pudicia
de niña al desprenderse el vestido de fiesta
y mostrar el desnudo integral de su esqueleto.
La vigilé en invierno, transparente,
hibernando en la rama confiada,
soportando los vientos y la escarcha.

Más ahora, ¿dónde estás dulce pétalo?
Infalible, la ciencia aseguraba
que sobrevivirías a los hielos,
tus alas se abrirían al sol en primavera,
como el ojo al azul puro del cielo.
Afirmó que desperezarías tus antenas
y saldrías volando felizmente,
ajena al polvo de oro que abrasó a tus hermanas.

En la rama que cobijó tu sueño,
te busco y sólo hallo una tela de araña
que me impregna los dedos,
y que añade a la tarde un velo de tristeza.
La muerte no deserta
y deshace puntual toda esperanza.

martes, 21 de febrero de 2012

EUROPA YA PAGÓ

Europa está erigida sobre un mar tenebroso
de sangre y de zarzas abismales
que son huesos humanos.
Ya pagó con largueza la dignidad empeñada
en el altar terrible de los dioses.
Pero los dinosaurios prosiguen su proyecto
de acabar con el hombre y sus derechos,
convertirlo en el sumiso esclavo que fue ayer,
trabajando de sol a sol, barato,
para que todo vuelva a estar como al principio.

No fueron suficientes los diluvios de sangre
de dos guerras mundiales, que inundaron Europa
de espanto y de dolor inagotables,
para ahogar la avidez de la serpiente.
Los millones de muertos en incontables frentes,
la ley del exterminio, los hornos crematorios
de dos atroces guerras, no bastaron
para que el ser humano, larga sombra
que viaja sin descanso al fondo de la noche,
ganara su derecho
a salir a la calle y sonreír,
en sus horas de luz,
viendo crecer en paz a sus cachorros.
La esperanza agoniza, lentamente.

No es el devastador incendio del planeta,
al desplomarse el sol,
la causa del final de la aventura.
De nuevo es la serpiente de los huevos de oro
-depositados en las cajas fuertes-
la que dicta su plan a los esbirros
de someter a todo ciudadano;
enterrarle en el barro la cabeza,
como a un gusano vil, sodomizarlo
para que nunca vuelva a alzar los ojos
al sueño de ser hombre con dignidad y trabajo.

El futuro prometido era esto:
la pesadilla, escrita a largo plazo
por pacientes guionistas,
de esta pavorosa realidad que vivimos.

Elvira Daudet, 21-2-2012

sábado, 28 de enero de 2012

NOCHE DE URGENCIAS

Ahora, cuando la vida es sólo un mapa antiguo
de viejo pergamino
que se quiebra por todas las esquinas,
y el fruto generoso del corazón
se ha transformado en arma,
mientras los demás duermen me pregunto
dónde erré la más bella de todas las historias,
que querrían oír hasta los muertos.

Quisiera recordar si era de seda
la mañana del día que te fuiste,
a qué sabían tus labios en el último beso,
cuando el destino ya había lanzado
las tabas de mis huesos,
aunque aún no lo supieran ni el aire transparente
ni toda mi esperanza congregada
para romperse entera,
como un cristal purísimo,
al dar tú el primer paso hacia mi muerte.

Quizá
un día fui feliz y no lo supe.

Elvira Daudet
Madrid, 28-01-12

viernes, 13 de enero de 2012

ELLA

Ella, mi fiel amiga, viene siempre conmigo
desde niña, y nunca me abandona
cuando todos se marchan.
Generosa, me ofrece
el consuelo total para mis penas
y curarme las llagas del fracaso.
Tiene más de mil rostros,
algunos pavorosos, repugnantes,
y a mí, por ser su amiga, me brinda el más amable.

Se ha instalado en mi casa, en mi cama;
no me deja dormir con sus ofertas:
me promete la paz irrevocable,
el fin de los dolores,
librarme de la grotesca y tristísima vejez
que derriba el mástil más airoso,
y corona la rosa de marfil de la espalda
con monstruosa giba;
de confundir los nombres y las fechas,
de olvidar la cabeza, las palabras precisas,
junto a la dignidad,
en un vagón del metro o en veladas de amigos.

Ella, que está tan cerca porque la llevo dentro,
como la esencia de mi propia sangre,
o como una bacteria trasmitida al nacer,
me tienta cada noche con pactos y dulzuras.
Y cuando ya me tiene convencida,
una sola palabra,
haciendo que me sienta necesaria,
basta para que olvide sus promesas.
Y renazco.

Ella tan familiar, tan dulce y necesaria,
sería la libertad, si no fuera la muerte.

Elvira Daudet 11-1-2012

jueves, 29 de diciembre de 2011

ESPERANZA

Después de la catástrofe, cuando el mar
se tornó una olla de barro sin azules,
el centro estelar de su vida fue borrado
por una aviesa mano,
como si nunca hubiese existido
y sólo fuera un sueño.
Pasó el tiempo. Un día el mar recuperó el azul,
ella el aliento y se creyó sanada.

Nunca se confesó que lo esperaba.
Durante largos años
el sol siguió enviando destellos de esperanza,
una senda de teselas doradas
y un pórtico de lanzas en la alcoba.
Era tierna y esbelta como el trigo;
la vida y los deseos ajenos daban vueltas
en torno a su cintura, sin rendirla.

No admitió que esperaba una sola palabra:
la que su amante, distraído, nunca pronunció
durante aquellos años.
Camelia de cristal no deshojada,
se mantuvo joven y confiada
bañándose en el agua perfumada
con las flores de azahar del limonero,
esperando, sin confesarlo nunca.

Un murmullo de voces en la sombra,
anunciando que el barco que él mandaba
había naufragado,
fue el culpable del trágico suceso.
O tal vez el Destino sustituyó al poeta
para unir al final a los amantes.
El mar depositó sobre la arena
el cuerpo de Esperanza, sin dañarlo.

Elvira Daudet

¡Feliz año 2012 !

miércoles, 14 de diciembre de 2011

CITA A CIEGAS

Queridos amigos:
Con la que está cayendo, no quiero que os falten mis mejores deseos para estas fiestas.
Publicado por Elvira Daudet en 11:36

CITA A CIEGAS

Que no fue concebida en un momento
de plenitud gozosa, como una sinfonía
o un poema de amor alejandrino,
lo supo en los pechos de su madre
que sólo daban lágrimas y sangre.
El semen fue vertido al cáliz de la vida
en un día de plomo,
que anunciaba el final de la esperanza.

A ciegas, amor y destrucción se dieron cita.
Tronaban los cañones, cada vez más cercanos,
estremeciendo en lo hondo los huesos de la tierra,
imponiendo su ritmo a la amorosa entrega.
La muerte, blanco hueso, emergía del humo
a comprobar, avara, la abundante cosecha
de cuerpos destrozados, con los sueños intactos,
que la nieve cubría como un plural sudario.

Su niñez fue una boa de seis cuerpos azules.
Puliéndose el colmillo con navaja de nácar,
llegaban en el coche de pasear
al elegido para muerto urgente.
Los bárbaros violaron el dulce territorio
de la infancia con imágenes crudas,
no aptas para menores.
A punta de pistola le robaron la risa.

La juventud la regaló ella misma;
era lo único hermoso que tenía
para hacer sonreír a un hombre triste.
Él la besó sin prisa,
extrajo del bolsillo una sortija,
una cinta amarilla para el pelo,
un brebaje anisado de su boca,
y una salamandra amaestrada.

Antes de regresar a su camino
-con pies de lana para no hacer ruido-,
le dio tres poderosos talismanes
que vencieron al imán de la parca.

La mujer, que recuerdo como un triste epitafio,
no era una sinfonía ni un poema.
Fue sólo una herramienta de trabajo;
pan en la mesa, libros, y zapatos,
montañas de zapatos, más ternura.
De su cuerpo salvaje quedó apenas
un pequeño puñado de cenizas:
las llamas del amor lo calcinaron.

Del libro Cuaderno del delirio.

4 comentarios:
Amando Carabias María dijo...
Lo mismo para ti, lo mismo.

14 de diciembre de 2011 12:14
Charcos dijo...
Te deseo lo mejor pero no sólo para estas fiestas sino para cada uno de los minutos.

Un abrazo inmenso y montones de besicos que te llenen todos los bolsillos.

14 de diciembre de 2011 12:30
Paloma Corrales dijo...
Guapa, guapa y guapa.

Igual para ti y toda esa bella familia que te rodea.

Besazo.

14 de diciembre de 2011 13:38
Gustavo Pertierra dijo...
Iguales deseos de felicidad y bienestar para ti querida amiga y lo que "esta cayendo" ya dejará de caer y sino servirá para abonar el suelo o mejor aún como decía Francisco Luis Bernardez en su soneto:

"...lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado"

Te abrazo con el corazón.

domingo, 16 de octubre de 2011

SIN EL CUERPO

Cuando vuelves a casa de mañana,
sin el cuerpo
que dejaste olvidado en cualquier lecho,
descubro en tu mirada los códigos secretos
de otras pieles.
Traes la agenda completa de distintas salivas
en los labios,
tu lengua es un termómetro de magmas
de las rosadas grutas descubiertas,
que con su quemadura hicieron que olvidaras
el sabor de la pulpa de mis labios.

Mientras yo, cual bulto en la noche abandonado,
agonizo en el lino de una blanca camisa
sagrada por tu aroma,
tú vuelves a deshora, con frío, fatigado
de vaciarte en vasos como un vino
espumoso y fugaz, ciego por el hastío.
Siempre vuelves,
mas el amor no regresa contigo.

Únicamente eres la cadena
que me tiene cautiva junto a los otros cuerpos.

Elvira Daudet

miércoles, 5 de octubre de 2011

RATAS

"¡Alerta, ciudadanos!, una feroz camada
de hombres grises ha invadido la tierra.
Son hombres de ceniza, despiadados,
grises como el cemento, sin espina
dorsal que los sostenga de pie como a los hombres,
aplastan las estrellas como chinches,
y quieren apagarnos la luna y cosernos
los besos. Si los dejáis os beberán la sangre,
arrasarán los sueños, junto al vino
y el pan que os alimentan. ¡Despertad!
Vigilad noche y día a vuestros hijos,
antes de que os los roben
y les saquen su corazón de tórtola,
o el higado para hacerse un trasplante,
como el hombre del saco
de los terribles cuentos infantiles.
A veces les succionan el cerebro
y los devuelven del infierno huecos,
sin voluntad ni risa, como cascos vacíos.

Sin trabajo, sin hogar y sin patria,
ya ni el cielo ni el viento os pertenecen:
son de estos hombres de humo que envenenan
el aire con sus cuerpos podridos, donde anidan
los números abyectos, causa de la miseria,
mortal como la peste, que recorre la tierra.
Ratas que mondan la hermosa piel azul
con el ácido verde de su orina,
emborronando
el día de sucias serpentinas. Son los mismos
que queman las cosechas para subir los precios
y jugar en la bolsa con la hambruna.
Los que borran países de los mapas
con el pulgar enhiesto, y arrasan a los pueblos
de civilizaciones milenarias -ay, Grecia-
con las bombas de su codicia en llamas.
Hombres de gestos grises y próstatas zurcidas
con el hilo de oro del manto de la Virgen,
que viajan en vehículos blindados,
se esconden en altas madrigueras, protegidos
por mil canes feroces
y duermen en sendas cajas fuertes: tienen miedo.
Como estatuas de frágil escayola,
desde su pedestal parecen fuertes,
vivos, aunque sepamos que no tienen corazón.

Los podréis conocer: toda la peste
viste trajes de lana gris inglesa,
tiene grises y escasos los cabellos,
ojos de acero astutos, escondidos,
que congelan la luz de la mañana.
Utilizan palabras terminales
y su sueño voraz hiela la sangre:
quieren el Partenón, el Coliseo,
la Puerta de Alcalá; ser los dueños de Europa.
Nosotros les sobramos y van a devorarnos.

Elvira Daudet

lunes, 19 de septiembre de 2011

A UN ÁNGEL QUE NO SABÍA VOLAR

Fue la primera imagen del verano.
Salía del lavabo vacilante,
colgado de la frágil solapa del levitón
como un equilibrista. Y se quedó aturdido,
encuadrado en la luz devoradora
de un dramático plano "cinèma verité"
de muerto anticipado. Irreal, joven, bello,
extravagante: levita negra de buen corte
-abierta sobre el desnudo costillar-
igual que el pantalón hecho jirones.
Parecía un pobre de diseño
contratado para vender perfumes Christian Dior,
o un actor inverosímil y sobrecogedor.

Las burlonas miradas se enredaron
en las rastas de su rubia melena,
en el huesudo tórax,
en las verdes pupilas dilatadas.
Él recibió el impacto con paciente costumbre,
recobró el equilibrio y se marchó muy digno.

Lo encontré, siempre solo, varias veces
-caminaba sin tregua-
huyendo cauteloso de la gente.
Un día se sentó a mi lado en el paseo;
no olía a sal, como correspondía,
tampoco a libertad; olía a invierno,
a ropa húmeda, a pez muerto. No me moví:
tal vez necesitaba una sonrisa.
Para no asustarle le ofrecí un cigarrillo.
Entornó, receloso, las joyas de sus ojos,
observó sin recato mis manos de madera
y me leyó en los ojos el tiempo que me queda
mientras pasó un batallón de espectros hacia el mar.
"Los cigarrillos matan lentamente"
dijo, al fin, en francés con ironía,
y se fue con la prisa de un alto dignatario.

Siempre que nos cruzamos, a partir de ese día,
me miraba furioso y se escondía.
Una tarde vino hacia mí de frente,
tomó impulso, saltó en el aire e intentó volar
moviendo el faldón de su levita,
y se precipitó sobre las piedras.
Al auxiliarle vi que me espiaba
con un ojo entreabierto;
sentí un absurdo deseo de llorar.
No volví al paseo.

Lo hallaron en la playa unos bañistas,
un borrascoso día de septiembre.
Desde un mirador vi su excitación de fieras,
rodeando el cuerpo apaciguado,
que apenas contenía una burbuja
del beso de las olas como última caricia.
Reconocí de lejos su frío y su levita.

(Del libro "Cuaderno del delirio")

sábado, 9 de julio de 2011

EL VELLOCINO DE ORO (Reposición)

Yo sé, siempre lo supe, que tú también me amaste:
lo gritaban tus ojos deslumbrados
por la luz que emanaba de mi cuerpo de niña
en su primer desnudo.
Tus labios se negaban a decirlo
y sin embargo,
"Amor, amor", musitaba tu boca
bebiéndome el aliento.
Tus caníbales dientes repetían:
"Amor"
mientras me devoraban.

Amabas mi inocencia sorprendida,
el temblor de mi carne de rosa encendida
que abriste dulcemente con tus labios,
y algunos brillos de mi inteligencia.

Cuando le puse el punto final a nuestra historia,
porque ya no era nuestra solamente
-había entre los dos una montaña
de ramas de canela como sexos
y el canto de mujeres todavía no amadas
que en las cercanías del sueño oyen los hombres-
sé que echabas de menos mi ternura.
Y que fuiste sincero cuantas veces pediste
que te abriera la puerta, llorando como un niño,
siempre que permitiera que salieras
a buscar el vellocino de oro cada noche.


(Del libro "Cuaderno del delirio").

miércoles, 29 de junio de 2011

DIOSES

Yo no temo a los dioses despiadados,
lascivos y burlones,
que nos engendran para devorarnos.
A veces, distraídos, nos perdonan la vida
y juegan, como niños perversos, con nosotros.
Millones -elevados a la potencia equis
de su semen divino-,
de tiernas e indefensas criaturas
nacen de sus orgías.
Grandes ríos de néctar y de esperma
corren ladera abajo del Olimpo.
Y ellos, ebrios de gozo, sacan la golosina
de los ojos, los sesos o la lengua
de los recién nacidos, que glotones engullen,
y los dejan tirados en el estercolero
ciegos, tontos o mudos.
Yo no les tengo miedo: me mataron de niña.

Madrid, 15 de mayo, 2011

jueves, 16 de junio de 2011

PRIMAVERA EN MADRID

Gime el violín una tristeza antigua
de lágrimas doradas de resina,
y las adolescentes,
sentadas bajo el árbol de la melancolía,
enferman por las mieles no probadas.
Súbitamente envejecido, exhausto,
tras los excesos propios de un reinado,
abdica el rey invierno de su trono
de nardos y de armiño enmohecido.

Acudiendo a su oficio de puntillas,
mas siempre impetuosa,
surge la primavera y le despoja
de su manto gastado y su corona,
compartiendo su plenitud de yemas,
brotes verdes y trinos con los pobres.

Sopla esta primavera un fuerte viento
que golpea el tierno tercipelo
de los árboles, y aventa insumisión
sobre las avenidas y las plazas.
Un viento inesperado, procedente
de las hondas entrañas de los mansos,
hace trizas las leyes injustas como espadas,
la púrpura y los secos corazones.
Un viento redentor barre la usura,
y las cifras obscenas de los bancos
salen por las ventanas cual palomas felices
que llevan en el pico los bienes embargados
como ramas de olivo y esperanza.

sábado, 4 de junio de 2011

comentario de Fernando Sabido

En los años oscuros hubo mujeres a contracorriente de su sexo
que contaron hora a hora, día a día, la verdad de los hechos sin adornos
subjetivos, época de periodistas que sólo ladraban a voluntad del amo

En los años robados hubo mujeres que desbrozaron los caminos de líquenes
y fieras para que un día pudieran las otras disfrutarlos con paridad y en derecho

Y hay mujeres que entregan su vida a la palabra, que objetivamente
van soldando en los libros fragmentos dispersos de la historia
para que la entendamos y mujeres que hacen del verso denuncia, conciencia,
prodigio, latido, claridad, esperanza, ternura o sueños

Una de esas mujeres fue, es y será en su inmortalidad, Elvira


Fernando Sabido Sánchez
Junio 2011

viernes, 3 de junio de 2011

EL VELLOCINO DE ORO

Yo sé, siempre lo supe, que tú también me amaste:
lo gritaban tus ojos deslumbrados
por la luz que emanaba de mi cuerpo de niña
en su primer desnudo.
Tus labios se negaban a decirlo
y sin embargo,
"Amor, amor", musitaba tu boca
bebiéndome el aliento.
Tus caníbales dientes repetían:
"Amor"
mientras me devoraban.

Amabas mi inocencia sorprendida,
el temblor de mi carne de rosa encendida
que abriste dulcemente con tus labios,
y algunos brillos de mi inteligencia.

Cuando le puse el punto final a nuestra historia,
porque ya no era nuestra solamente
-había entre los dos una montaña
de ramas de canela como sexos
y el canto de mujeres todavía no amadas
que en las cercanías del sueño oyen los hombres-
sé que echabas de menos mi ternura.
Y que fuiste sincero cuantas veces pediste
que te abriera la puerta, llorando como un niño,
siempre que permitiera que salieras
a buscar el vellocino de oro cada noche.


(Del libro "Cuaderno del delirio").

jueves, 26 de mayo de 2011

NO ME PREGUNTES

Nunca sabré quien fui,
porque anduve perdida muchos años
persiguiendo tu sombra indescifrable
en noches pavorosas de negrura,
sin luna, farolas ni luciérnagas.

Despertaba a la orilla de mañanas
cada vez más remotas,
escasas y con la luz trufada de la tarde,
y me ponía en pie, pese al cansancio,
e iba tras la silvestre música de tu nombre.

Aferrada al ansia de encontrarte,
para andar más ligera me quité los zapatos,
me desvestí las ropas que acortaban mis pasos,
vacié los huesos de la médula
y me olvidé la vida en cualquier parte.

miércoles, 18 de mayo de 2011

SÓLO SOPLO Y TEMBLOR

Una noche, de forma inesperada,
al regresar del cine, la vejez,
que acechaba mis pasos con paciencia,
salió de entre las lanzas del domingo,
vestida de crespón y perfumada
a ungüento de desdicha;
me miró frente a frente y me cortó la risa
lo mismo que una bala entre los ojos.
No sangré por la herida imaginaria
ni me desvanecí impresionada.
De hecho, no ocurrió nada
ni sentí dolor en parte alguna de mi cuerpo,
sólo fue una ráfaga, un soplo y un temblor,
pero al mirarme en un escaparate
vi que ya no era yo la que miraba
sino una desvaída y triste anciana.

Madrid, 18/5/2011

jueves, 12 de mayo de 2011

MUERTE EN TUS PESTAÑAS

Inmóvil totalmente,
cual aprendiz de muerto,
con torcidos arbustos sobre el pecho
como manos cruzadas,
y los ojos abiertos
a un remoto paisaje del pasado;
entre sueños de luz entrecortada,
devano lentamente
el pálido cadáver
de la dulce muchacha que fui un día
y se negó a vivir si tú no estabas.

(Verano del 2010)

lunes, 25 de abril de 2011

SUEÑO

La mañana rescata, avariciosa,
sus principios de luz; el último lucero
se escondió tras la cúpula celeste
y ya se ha disipado tiritando.
El sol busca brillantes en el estercolero
con sus dedos larguísimos de nardo
y corona a un pelele la húmeda cabellera
de oros que no cotizan.

Entre los desperdicios
y los innobles plásticos chillones,
un muchacho naufraga entre temblores
en un lívido mar de blanca espuma
y glaciares remotos que le hielan la sangre,
troquelada de agujas infernales;
cárcel íntima y negra -donde entró voluntario-,
creada de borrones y delirios.

Mientras, en la abstinencia de su cuarto de pobre
con un espejo roto,
carcomido de no mirarla nunca,
su madre, color de harina y sin hombre,
sueña feliz, guiada por un ángel piadoso,
que le lleva al colegio de la mano
por un dulce sendero de jazmines,
donde cantan los mirlos el himno de la vida.

lunes, 11 de abril de 2011

LA FIESTA HA TERMINADO

El tiempo se ha dormido entre las rocas,
y los dioses antiguos regresan del Olimpo
a coronar mi juventud perdida,
mientras yo me desplomo de ceniza
como un cigarro ardido en la mesilla.
Sobre la arena de la playa quedan,
suaves y enmudecidas,
las huellas de los pasos de ida de un suicida.
La fiesta ha terminado.

¡Vuelve, luz cegadora del verano!,
noches de vino y besos, faroles amarillos,
risas como relámpagos, confeti,
lechos de ardiente espuma donde vela Afrodita.
Santuario de fuego de la vida,
¡espera!, quiero ser tu parásito.

(Del libro Terrenal y marina)

domingo, 3 de abril de 2011

DE SAL Y CARACOLAS

De sal y caracolas
es la esencia del cuerpo
que arrastro del hospital
al sol de la mañana.
Salobre y frío fruto
amasado de llanto
y un puñado de tierra de Castilla,
al que el mar dora, mima
y alimenta de sueños.

Terrenal y marina es mi sustancia,
aunque la madre tierra, atormentada,
acosada por fieras alimañas
y demonios oscuros que alimenta
con la sangre caliente de sus hijos,
me reclame exigente su materia..

(Del libro "Terrenal y marina")

jueves, 24 de marzo de 2011

NINGUNO

A Nessuno, mi amante de una noche
de lluvia, en la que fuimos dueños de Roma.

Ya no recuerdo si he amado alguna vez,
pero me gusta, a la deriva del crepúsculo,
jugar a enamorarme de ninguno.
Perseguir a ninguno por las calles,
rastreando su aroma de grappa en las hombreras,
hasta perderlo en brazos de la noche,
extenuada. Y volver a empezar
otro día cualquiera, siempre sin rumbo fijo.

Imaginarle rostros y sonrisas,
extravagancias y discursos raros.
Convertirlo en cosaco o ballenero,
y de lord transformarlo en vagabundo.
Besarme con ninguno por el Tiber,
y llena ya la boca de burbujas y néctar
hundirme en su alegría, y reír locamente
hasta romper los puentes, las vidrieras
y el silencio de piedra de San Pedro.

Caminar con ninguno entre las ruinas
espantando a los gatos y a los adormilados
policías que vigilan la noche,
mientras la ronca voz del viento silba
la Júpiter en las copas de plata
de los pinos romanos, y la lluvia
se sigue desangrando, desmayada.
De súbito, me gusta morir matando el día,
porque sí, y juego a enamorarme de ninguno
para burlar la soledad y poner
con ninguno los cuernos al vacío.

(Del libro El don desapacible)

martes, 15 de marzo de 2011

LEONOR

Niña de luto y de melancolía,
permaneces tercamente a la sombra.
Perdida en un rincón tu tierna imagen,
tranlúcida y sin ser, como la talla
de una virgen adquirida en la feria,
tras la recia figura del poeta,
sin apenas rozar el polvo sutilísimo
con las puntas de rosa de tus dedos.
Flor de nieve fijada a los cristales,
presa tras los barrotes de la lluvia,
te diluyes con la canción del agua.
Mientras bordas praderas soleadas
en tu diminuto bastidor de colegiala,
tus suspiros levantan jazmines en el aire
como frágiles torres perfumadas.
¡Ay!, pobre pajarillo de trinos silenciados
y anónimos gorjeos, elevado
de humilde eco a ser el propio canto.
Él te amo desesperadamente, contra el tiempo
que nunca os fue propicio,
espiando las flores de tu sangre
que la parca bordaba en su atroz lienzo;
asomado a las sombras de tus ojos,
bebiéndose tu muerte, ultimo trago.
¿Cómo no amar tu luz de aurora intacta,
tu perfección geométrica de nieve en la camelia,
tus suspiros de alas azuladas?
Él te amo, Leonor, y tú ¿le amabas?

(Del libro Terrenal y marina)

miércoles, 9 de marzo de 2011

¡OH MAR HERMAFRODITA!

¡Oh mar hermafrodita,
padre y madre del mundo!
Ombligo, centro exacto de todo lo creado,
que atesora la vida.
Mar viejo, acuchillado, lleno de labios rojos
que se desangran dulce, lentamente.
Obstinado, marea tras marea,
te lames las heridas,
te creas y recreas a ti mismo
de tu sustancia azul y tus fluidos,
esperma generoso, inagotable.
Y vuelves a nacer de tu útero de madre,
sin consumirte nunca ni acabarte.
Mar macho, pendenciero, de navaja de hielo
y tempestades,
cabalgado por monstruos submarinos
y doradas sirenas amazonas.
Suma de la belleza, mar dulce y maternal,
de redondas caderas
y vientre profundísimo de anémonas
preñado de innumerables frutos,
junto a su criatura, el mar recién nacido.
Mar abundante y libre, femenino,
que desafía al cielo con su cuerpo desnudo,
tendida al sol, sin miedo,
su hermosa piel azul,
desde un extremo al otro del planeta.

(Del libro Terrenal y marina)

miércoles, 2 de marzo de 2011

POEMA NÚM. 18

Estoy aquí, caída en la tierra y la hora de los hombres,
cuando se siente desolado a Dios,
sin un pájaro de esperanza en las manos.
Estoy aquí sintiendo mi vida piedra a piedra,
y la muerte como extraño bautismo de silencio.
Muerte, tierra definitiva, madre
que aguarda al hijo atenta.
Pobre hombre, pobre Dios, ¿en esta hora
quién juega con nosotros
y nos hace sentir cual nacidos extraños en tristeza?
Hay que inventar un río
o escuchar por sorpresa la risa de un niño forastero,
al que se inventa la mirada azul,
para pisar de nuevo nuestra tierra.

(De "El primer mensaje",1959)

sábado, 19 de febrero de 2011

ESTADO DE GRACIA

Últimamente -casi da pudor confesarlo-,
me suceden cosas extraordinarias,
como si no tuviera ya epidermis y la luz,
que alberga el cuerpo humano detrás de su envoltorio,
se me trasparentara cual candil tembloroso
o anduviera con el corazón entre las manos.
Un mirlo me visita cada día,
porque le recompuse un ala herida
con mercromina y un esparadrapo.
Se que es raro y difícil de creer, pero os juro
que he visto un gran yate de lujo, atracado
-con sus luces de feria- en mi jardín,
que pese a su modestia contiene el paraíso,
amén del mar cual lámina de fondo.
Magia pura, creedme, que mantengo
en el telar sin nubes de mis ojos.
Y eso apenas es nada:
el encargado negro de la cafetería
de una gran superficie, a la que no voy nunca,
a sabiendas de que no tengo un euro,
-le digo con franqueza que olvidé la cartera-
me sirve el desayuno de una reina,
y sus ojos, dos joyas de basalto, me besan.
Un niño -también desconocido y espontáneo-
con las manos de seda y los rizos de lana,
se empecina en que pruebe su helado
hasta por las orejas, si me aparto.
Una vecina inglesa, sólo por defenderme,
ha hablado por vez primera en español;
casi lloro -no de pena, mi inglés es aún peor-
por su esfuerzo que suena a violín cercano.
Como si hubiera entrado en estado de gracia
los jóvenes me aplauden y me miman,
aunque estoy torpe y vieja como una tortuga.
Pero cada semana, últimamente,
se me ofrece un prodigio,
quizá porque aún conservo la inocencia
que un día me condujo al matadero.

(Verano de 2010)

domingo, 13 de febrero de 2011

SOSPECHA

Siento que me abandona, que me huye,
cada día la encuentro más distante, más fría,
Ya nunca me sonríe ni me dice que me ama;
se oculta en el periódico y me ignora.
Y cuando le pregunto ¿qué te pasa?,
responde distraida que no es nada,
pero ya no me asalta en los rincones
ni me enciende la piel con sus caricias.
Las noches son de escarcha sin su abrazo
-dormimos hace tiempo en camas separadas-.
Y recelosa me ha dado por pensar
si será que la vida se me escapa.

sábado, 5 de febrero de 2011

PERSEIDAS

Palabras como lluvia de perseidas
que salen de tus labios de malva tiritando,
como velas de un barco en la tormenta.
Palabras que no cantan sus preces a la luna
ni lloran por el sol perdido en el invierno,
tampoco acusan a los asesinos
que les están matando desde lejos.
Palabras inocentes, en idioma extranjero,
que apenas dicen nada que nosotros
-los que comemos tres veces al día-
desorejados podamos comprender.
Pero que son tan dulces y tan tristes
como lo son tus ojos inundados de llanto
donde las moscas acuden a beber.

viernes, 28 de enero de 2011

ATRACCIÓN

Ángel cautivador de largas alas,
desplegadas sobre el dios de tu cuerpo,
marfil duro ceñido al esqueleto.
Garras de grifo y dientes de leopardo,
piel ardiente y sedosa
tal la arena dorada del desierto,
y de sabia serpiente en la cintura.
Negra es tu mirada,
profunda e insondable cual lo es el abismo,
helada como la cima de una cordillera,
y tus ojos cartílagos de sepia.
Tu corazón...
¿Cómo es tu corazón?, si es que lo tienes.

miércoles, 19 de enero de 2011

RECUERDO PACIENTE

En los años primeros de la infancia
todo era sombrío; ante los ojos tengo
un charco de la calle que nunca se secaba.
Cual bandada de ángeles oscuros,
de una estética infame: las cabezas rapadas
y ellos desharrapados en sus jerseys de borra,
pasaban los chiquillos con sus latas de asa
y una sonrisa de éxtasis en sus caras de barro
para ir a comer al Auxilio Social.

¡Cómo les envidiaba aquel juego con premio
asegurado!, prohibido para mí.
Carmen me trajo un día un trocito de queso
amarillo y reseco, escondido en la manga
tal tesoro de la amistad eterna,
que a mí me supo a gloria.

Las mañanas tenían un velo desolado
que anunciaba a los bárbaros, que entraban
en el barrio con la pistola al cinto
y su ferocidad de dinosaurios.
A los niños que fuimos
todo nos fue imposible en los años aquellos:
las jirafas, los dioses, la alegría,
y mis ojos perdieron la inocencia.
Ojos sucios de horror acumulado
en las calles, las cárceles, las tapias,
de mirar a los muertos cara a cara.

miércoles, 12 de enero de 2011

VERSOS DE DOBLE FILO

Escribo con cuchillo -escondido en el puño,
en la inocente lengua, en la sesera-,
hurgando sin piedad en mis entrañas,
como el preso que graba, con la sangre
de sus venas abiertas como juncos,
su obsesión en los muros de la celda,
palabras deformadas que me explican.
Mi corazón conserva un nido de reptiles
que me liban la sangre y la ternura,
y me dejan exangüe, casi muerta.
Con su afilada punta recupero
los restos del naufragio que reflotan,
arranco a la memoria los jirones del miedo
que obstinado me llega de otro tiempo.
Para limpiar el pus de heridas no cerradas
dibujo diestros signos, tajos en carne viva,
no aptos para los ojos de mi niña;
versos de doble filo, igual que labios negros.
¡Qué dilema!, si escribo llora ella,
si no lo hago me muero,
porque ya sólo escribo para seguir viviendo.

martes, 4 de enero de 2011

A TODOS LOS QUE AMO

A vosotros, a todos los que amo,
alzo mis ojos calcinados de sol,
de belleza y palabras deslumbrantes,
en los que ahora se asoma la nada del abismo,
y mirais a otro lado
donde la luz radiante de la vida se posa.
Os miro con el ansia
de quien mira en el último momento
para grabar la luz en las cenizas,
y no me veis miraros.

¡Miradme, por favor!, porque la bestia
que devora con incontables dientes
de voraz cocodrilo
ya alcanza los enjambres alados del cerebro,
y no podré oponerle resistencia.

Me refiero a vosotros, los más míos,
cómplices de mis risas y mis sueños.
Os llamo con los nombres cifrados en la seda
del corazón en llamas, ay, del amor
que un día de plenitud y dicha nos tuvimos,
y no me respondéis, ensordecidos
por el clamor en fuga del presente.
Tiendo mi mano garfio, de náufrago que se hunde,
para asirme al sostén de vuestra mano,
y solo toco nada, helada sombra.
Inútilmente, os llamo con los labios
cuarteados por los besos que nos dimos,
sumergida de siglos en el silecio insomne
que me absorbe implacable,
en esta triste noche donde os pierdo con todo.

sábado, 18 de diciembre de 2010

LA PALABRA

¿Quién me vende una palabra virgen,
vibrante, cegadora cual una lumbrarada,
para cantar al mar, mi último amante?
La necesito viva, llena de sangre roja.
La palabra precisa,
reluciente, limpia como una estrella,
una palabra nueva
para llevarla hasta el altar del mar,
el único milagro que conozco,
con la veneración que se merece,
como hace el cielo cuando le visita
con la chispa azul del relámpago.

¡Oh, Juan Ramón, Cernuda, Federico
Poesía uno y trino, sustancia consumada,
sublimada materia derribada,
carne abatida a tiros,
mustia y deshilachada en el exilio,
y renacida luego, para siempre,
en el verbo. Sí vosotros, poetas,
que domináis la magia de crear la belleza,
prestadme la palabra nunca dicha.
Una sola palabra escueta y pura,
carne de lunación iluminada,
para acercarme sin vergüenza
al misterio del mar
y su fondo sagrado de arrecifes,
que esconde la simiente de un dios bueno.

martes, 7 de diciembre de 2010

A Bernard Prulhiere, que me ha buscado, hasta encontrarme, después de cincuenta años.

AMOR ADOLESCENTE


Inesperadamente existo, alguien me piensa
más allá de las pálidas fronteras
de los años quemados.
El sol lanza cuchillos incendiados
sobre la bóveda esmeralda de los álamos
y tú y yo, dioses adolescentes renacidos,
hendimos la mañana con nuestros cuerpos de oro.

Tu camisa destella de blancura
y tu boca de dicha contenida
-tus labios no se atreven a rozarme
para no mancillar mi luz intacta-,
pero tus ojos y los míos se han pegado.
Se ha escapado el secreto de su caja
sin siquiera haberlo pronunciado.

Tu limpio corazón me ha rescatado,
después de tantos años a la sombra,
del negro laberinto de las aguas
donde espera el barquero con oficio
para llevarme a la hora exacta.

( Del libro "Laberinto carnal)

sábado, 27 de noviembre de 2010

ABD AL' AZÏZ REGRESA A MÁLAGA

Paréntesis de oros y efímera alegría,
el verano desgrana
su sinfonía estridente de colores y gritos.
En la playa
la arena da sus frutos desmayados:
cuerpos donde el dios sol se glorifica
y los adolescentes aprenden geometría.
Desbordados fardos de fatigadas bestias,
carne cruda y rojiza, desollados desnudos,
huesos blancos de sepia se enfrentan a Afrodita,
como a un cruel espejo,
mientras arden, como ninots, los sueños.

Rebozados de arena,
van y vienen los niños con sus cubos,
empecinados en vaciar el mar.
Y en medio de la fiesta de risas y cervezas,
sorteando sin mirar
los cuerpos en la arena abandonados,
un hombre sudoroso, vestido hasta las cejas
y cargado de alfombras orientales,
se abre paso y ofrece, príncipe del absurdo,
su inútil mercancía a los bañistas.

En sus dóciles ojos, que a mirar no se atreven,
se asoma, como un rayo, un resplandor remoto,
una mezcla de hierro, orgullo y gloria.
El guerrero que conquistó el milagro
de Málaga la bella y aumentó sus tesoros,
regresa hoy vencido a su ciudad coronada
de torres vegetales regadas por tres ríos,
ganada por la arena y el cemento.
Siglos de humillación recorren su memoria,
una larga cadena de dolor, lunas, soles,
inviernos, que Abd al' Azïz arrastra resignado
mientras reza: "tan sólo Alá es grande"

(Del libro inédito "Laberinto Carnal")

jueves, 18 de noviembre de 2010

NO ERA INÚTIL, MIGUEL

"Para la libertad sangro, lucho, pervivo"
-Miguel Hernández-


Ya desde muy temprano me enseñaron tus versos clandestinos.
Cuando la libertad era un delito y pronunciar tan hermosa palabra
podía conducirte a la prisión, pensaba: "Pobre Miguel, si hubieras intuido
lo que nos esperaba al doblar tú la esquina envenenada de la vida"
Y se me atragantaba la libertad perdida, lo mismo que una estrella
de cristal astillada, que abandoné en tu boca como un último beso
royéndote la lengua y las encías.
Ay, España, ¿qué fue de tus poetas, los más puros brillantes
que hubo en corona alguna?, ¿qué hiciste con su sangre, con sus huesos?


Y la pena me estallaba por dentro, llanto y trueno, al recordar
tu limpia vida inútil, malgastada. Inútiles tu sueño, tu esperanza,
tu sangre, vuestra sangre, derramada. Y también tu palabra,
tus versos militantes, porque, ay, la libertad fue enterrada contigo,
vencido y humillado contigo todo el pueblo, desangrado por la herida terrible
de la mitad de España amputada de cuajo, de un cuerpo que fue hermoso.
Y millares de espectros, escondidos entre las pocas piedras que quedaron
en pie, como muñones de los muros que fueron arrastrados
por la crecida de la sangre, tus hermanos.
Fuimos los herederos de tu sueño cadavéricos niños, atacados
por la tisis, el tifus, la pelagra y el odio, comidos por el miedo y la miseria,
y sin nada que comer; peritos en prisiones y astucias para sobrevivir.


Durante mucho tiempo me ha amargado tu muerte, vuestra muerte, por inútil.
Menos mal, me decía, que la muerte es eterna y no pueden volver en un permiso
a contemplar la vida de los seres que amaron. Me preguntaba si en algún momento
al descubrir que la guerra iba en serio, obscenamente en serio,
al mirar a la muerte cara a cara en el campo de batalla,
al brindar tu carne vegetal al cirujano, o cuando exangüe, espuma a espuma,
te escapabas de la prisión, la duda te clavó su diente venenoso.


Quizá al verte doblemente vencido, desguazado, en la nata de pena
de los ojos de la mujer que amabas, al sellar la esperaza
de jugar con tu hijo a cazar grillos, te preguntaste si no sería inútil también tú,
si valía la pena penar tanto por ese pez de plata escurridizo
con el que te llenabas tú la hambrienta boca.


Hoy sé, Miguel, que no era inútil.
La libertad enterrada no se pudrió, protegida por la tierra empapada
con la sangre, la tuya y la de tantos, demasiados.
Vuestra sangre comienza a germinar en hombres nuevos
que gritan libertad como en aquel verano violento, pero esta vez sin ira.
Tu corazón, helado en varios tomos, vuelve a latir en los pulsos más nobles.
Vuelve la vida a restañar la herida de la muerte y las cuencas vacías
se han llenado de piedras luminosas abiertas al futuro, incierto pero hermoso.


Gracias a ti, a vosotros, España resucita ya completa.
Los gritos de los niños, que juegan en el parque mientras sus padres votan,
de nuevo en democracia, me han hecho recordarte y comprender.
No era inútil, Miguel, descansa en paz.


Madrid,15 de junio 1977

miércoles, 10 de noviembre de 2010

EL TRAJE DE OTRO

Si me vais a juzgar, tened en cuenta

que mi vida nunca fue cosa mía.

Este sutil tejido de arañas indolentes,

lleno de nudos, rotos y agujeros,

esta vida de harapos, que me cuelgan

y arrastro por la tierra como un traje

que no me pertenece, no la quiero,

aunque sea la única que tengo.

Siempre fue grande o chica, nunca fue de mi talla

ni la vida que me correspondía,

y adaptarme no pude a sus hechuras.



De niña, la vida que me dieron era enorme

para tan corto cuerpo; me quedaba muy grande.

Con la guerra perdida vine al mundo,

aún antes de nacer ya había perdido

y sólo por nacer ya fui culpable.

Sin ángel de la guarda, extraviado

en la enorme confusión o quizá en el exilio,

apenas vi la luz me hicieron presa

en un campo de miel y de naranjas.

¿Quién dijo que no pueden poner rejas al campo?

Rejas al campo aquel pusieron para mí. Lo sé

en las cicatrices aunque no en la memoria.



Luego fue el juego familiar de cárcel a penal,

en vez del de la oca,

en un ir y venir, ensoñecida,

y con el miedo de no reconocer

a mi preso entre los otros presos.

Después vino el hallazgo de aquel muerto

nacido en los trigales con los ojos abiertos

y sus flores de sangre por chaleco.

Malditos años tiernos de rejas, sangre y fuego.



Me desbordó la vida ya en la infancia,

y de joven mantuve la distancia con ella,

que me dotó de un cuerpo

que no correspondía a mi pobreza.

De nuevo me estafó con el señuelo del amor,

y otra vez presa y derrotada fui,

acunando la muerte entre mis brazos.

No merecí la vida que me dieron.

Tenedlo bien en cuenta

cuando mi caso llegue a vuestras manos.



Si me vais a juzgar por esta mueca de verdín

que devoró mi risa de muchacha,

llamad como testigos a los niños

que mueren sin haber conocido la sonrisa.

Pavoroso cortejo de espectros diminutos,

adornado de un enjambre insaciable

de moscas esmeraldas; cuerpecillos

donde se ensañan todas las miserias

y la muerte atesora sus larvas destructoras;

con el único oficio del dolor desmedido

que albergan como templos del dios cruel,

sensible a la belleza de los lirios

mas sin piedad hacia sus criaturas.



Si me vais a juzgar por las palabras,

ácidas verdades que me han quemado los labios

y corroído mis ojos y mi corazón

antes de que mis manos las gritaran,

llamad en mi defensa a los malditos:

presos, locos, gitanos y todos los que sufren

hambre y sed de justicia. Tal vez ellos,

tan desdichados, puedan perdonarme.


(Del libro "El don desapacible")

viernes, 5 de noviembre de 2010

PALABRAS PARA UN SPOT DE TVE

No me hagas daño, amor, porque me duele

que seas tú, a quien amo como nadie amó nunca,

el que me parte el alma cada día,

sin que te apiade ver como me deja

el vino que conviertes en mi sangre.

Destrozada en el suelo,

como un plato de loza hecho pedazos,

sin dignidad ni luz en la mirada;

un montón de basura abandonada.

Fría como una muerta, que aún respira

con el fin de maldecir haber nacido un día

para albergar la pena incontenible

que tu presencia amada siempre deja.
 
 
(Del libro "Laberinto carnal")

miércoles, 27 de octubre de 2010

AMANTE DE LLUVIA

Vienes, desde tan lejos, a mis ojos

y los ciegas de llanto.

Ciegos también tus ojos y los míos

bajo aquel aguacero de la noche

primera, palpándonos los rostros

para encontrar los labios y bebernos.

La lluvia generosa que caía

inundó de alegría la pobreza

de un domingo cualquiera,

que ya es único y nuestro,

y nos hizo sentirnos inmortales

(no puede ser humana tanta dicha),

anegados en besos, agua y risas.



¡Ay, amante de lluvia y alegría,

detenido para siempre en la noche que te amé!

Tan ido como el viento codicioso

que robaba los oros

a los dormidos árboles

y empujaba tu cuerpo contra el mío,

me vienes a la mente, de improviso,

volando la hojarasca

que otoño tras otoño te ocultaba.

Y la plaza sonora de la boca,

convertida en un pozo de silencios

donde oxidadas yacen las palabras

con su vaho levísimo de escombros,

se me llena de aquel urgente jugo

donde saltaban vivos, como peces, los besos.



Perdido y sin retorno, amor,

y yo ya acostumbrada a tanta ausencia,

de repente me vienes como un rayo

directo al corazón, reseco de cenizas,

y sangra la amapola disecada.

Tan lejos y tan ido, en un instante

te haces dueño de mí, lunar e intacta,

sólo con ver tu foto en los diarios..



(Del libro Terrenal y marina)

domingo, 17 de octubre de 2010

AMOR, ETERNO ERES

Amor, eterno eres, como juré,

juramos, aquel día, al principio

del mundo y la catástrofe,

cuando, ¡oh prodigio!, tú me renaciste

y me gané en la cifra de fuego de sus labios

la herida de mí misma, mi nuevo ser,

desesperadamente puro y libre,

encadenado a ti ya para siempre.



Qué importa que su sellado corazón

me niegue lo que implora

de otro corazón desconocido,

que sus ávidos labios busquen ángulos nuevos,

sedientos de otros zumos y otros labios,

que su cuerpo no sea ya la ardiente

prolongación del mío,

si aquí estás tú, dolor, su último rostro,

pesando sobre mí como él desnudo,

forma esencial de mí, tuétano mío,

la más fiel, la más larga compañía.

Dolor que hace mi amor irrevocable,

eterno, como juré, juramos, aquel día.



(Del libro Terrenal y marina)

viernes, 8 de octubre de 2010

V

Tal vez sea la hiedra que reúna mi escombro

quien te diga algún día la palabra

que yo no encuentro nunca.

Por qué duele en mis ojos esta tristeza inútil,

por qué tengo la sonrisa lastrada

y las manos tan duras.

Tendrá mi tierra entonces la frescura de un cuerpo

y mi amor detrás de ella

te aclarará los huesos.

Y te caerán goteras

en alguna esquina

que mojen hasta el fondo tu madera.

Cuando sólo eso sea:

una isla de hiedra enamorada

que rescate la lluvia.



(Del libro Crónicas de una tristeza)

martes, 28 de septiembre de 2010

EL HOMBRE (II)

Inesperadamente, una mañana

se hace la luz,

sin medida, irrefrenable, cegadora,

y es el comienzo.

Hasta ese momento,

el hombre ha sido un ser sumiso y torpe

(" Yo no había tenido

nada de valor hasta entonces"

-se justificará el día que termine su reinado),

que ahora intenta almacenar la luz.



Arrogante y hermoso, el príncipe

convoca al mundo,

subido al campanario vegetal de su gozo:

"Hombres todos venid a mi coronación.

Yo soy el elegido por el sol.

Tengo los elemetos rendidos a mi suerte.

Basta que yo diga hágase

y estallará el milagro.

La belleza se me ha entregado

desnuda como un mármol sin secreto.

Y el amor más puro está cociéndose en mi pecho".



Algunos pocos acuden al prodigio,

a mendigar su rosa,

a compartir las mieles que le brotan

del costado, a robarle los rizos

y medir las montañas que sus ojos reflejan.

Hasta que el alba lo encuentre en la playa,

extenuado

de soportar tanta riqueza inútil,

al lado de un cadáver brillante.

Ha comprendido

y acepta los gusanos de sus ojos

donde la luz ayer dilató la belleza.

Al subir la marea

el agua va a lamer las heridas

a este hombre recién nacido.

(Del libro Crónicas de una tristeza)