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jueves, 29 de diciembre de 2011

ESPERANZA

Después de la catástrofe, cuando el mar
se tornó una olla de barro sin azules,
el centro estelar de su vida fue borrado
por una aviesa mano,
como si nunca hubiese existido
y sólo fuera un sueño.
Pasó el tiempo. Un día el mar recuperó el azul,
ella el aliento y se creyó sanada.

Nunca se confesó que lo esperaba.
Durante largos años
el sol siguió enviando destellos de esperanza,
una senda de teselas doradas
y un pórtico de lanzas en la alcoba.
Era tierna y esbelta como el trigo;
la vida y los deseos ajenos daban vueltas
en torno a su cintura, sin rendirla.

No admitió que esperaba una sola palabra:
la que su amante, distraído, nunca pronunció
durante aquellos años.
Camelia de cristal no deshojada,
se mantuvo joven y confiada
bañándose en el agua perfumada
con las flores de azahar del limonero,
esperando, sin confesarlo nunca.

Un murmullo de voces en la sombra,
anunciando que el barco que él mandaba
había naufragado,
fue el culpable del trágico suceso.
O tal vez el Destino sustituyó al poeta
para unir al final a los amantes.
El mar depositó sobre la arena
el cuerpo de Esperanza, sin dañarlo.

Elvira Daudet

¡Feliz año 2012 !

miércoles, 14 de diciembre de 2011

CITA A CIEGAS

Queridos amigos:
Con la que está cayendo, no quiero que os falten mis mejores deseos para estas fiestas.
Publicado por Elvira Daudet en 11:36

CITA A CIEGAS

Que no fue concebida en un momento
de plenitud gozosa, como una sinfonía
o un poema de amor alejandrino,
lo supo en los pechos de su madre
que sólo daban lágrimas y sangre.
El semen fue vertido al cáliz de la vida
en un día de plomo,
que anunciaba el final de la esperanza.

A ciegas, amor y destrucción se dieron cita.
Tronaban los cañones, cada vez más cercanos,
estremeciendo en lo hondo los huesos de la tierra,
imponiendo su ritmo a la amorosa entrega.
La muerte, blanco hueso, emergía del humo
a comprobar, avara, la abundante cosecha
de cuerpos destrozados, con los sueños intactos,
que la nieve cubría como un plural sudario.

Su niñez fue una boa de seis cuerpos azules.
Puliéndose el colmillo con navaja de nácar,
llegaban en el coche de pasear
al elegido para muerto urgente.
Los bárbaros violaron el dulce territorio
de la infancia con imágenes crudas,
no aptas para menores.
A punta de pistola le robaron la risa.

La juventud la regaló ella misma;
era lo único hermoso que tenía
para hacer sonreír a un hombre triste.
Él la besó sin prisa,
extrajo del bolsillo una sortija,
una cinta amarilla para el pelo,
un brebaje anisado de su boca,
y una salamandra amaestrada.

Antes de regresar a su camino
-con pies de lana para no hacer ruido-,
le dio tres poderosos talismanes
que vencieron al imán de la parca.

La mujer, que recuerdo como un triste epitafio,
no era una sinfonía ni un poema.
Fue sólo una herramienta de trabajo;
pan en la mesa, libros, y zapatos,
montañas de zapatos, más ternura.
De su cuerpo salvaje quedó apenas
un pequeño puñado de cenizas:
las llamas del amor lo calcinaron.

Del libro Cuaderno del delirio.

4 comentarios:
Amando Carabias María dijo...
Lo mismo para ti, lo mismo.

14 de diciembre de 2011 12:14
Charcos dijo...
Te deseo lo mejor pero no sólo para estas fiestas sino para cada uno de los minutos.

Un abrazo inmenso y montones de besicos que te llenen todos los bolsillos.

14 de diciembre de 2011 12:30
Paloma Corrales dijo...
Guapa, guapa y guapa.

Igual para ti y toda esa bella familia que te rodea.

Besazo.

14 de diciembre de 2011 13:38
Gustavo Pertierra dijo...
Iguales deseos de felicidad y bienestar para ti querida amiga y lo que "esta cayendo" ya dejará de caer y sino servirá para abonar el suelo o mejor aún como decía Francisco Luis Bernardez en su soneto:

"...lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado"

Te abrazo con el corazón.